Cada vez hay más hogares que tienen gatos como mascota, y esto probablemente se deba a que los conocimientos sobre su temperamento y su comportamiento han avanzado mucho en los últimos años, y los humanos cada vez somos más capaces de darles a los gatos lo que necesitan para que puedan desarrollar una vida satisfactoria. Por otra parte, la vida urbana se ha impuesto definitivamente sobre la rural, y las personas que habitan en ciudades se decantan más por tener gatos ya que disponen de menos tiempo libre para pasear a una mascota en el exterior como en el caso de los perros, y por otra parte las ciudades cuentan con menos espacios verdes.
Sin embargo, el gato es un animal doméstico que lleva menos tiempo conviviendo con el ser humano (9.500 años frente a los 19.000 a 32.000 años que llevan los perros). Por lo tanto, se dice que el gato está menos neotenizado, es decir, está menos adaptado a la convivencia con las personas y todavía conserva más ese “lado salvaje”.
Las personas que tienen uno o más gatos en su casa desarrollan un fuerte vínculo hacia ellos, llegando a considerarlos parte de su familia. Interactúan con ellos con frecuencia: los alimentan, juegan con ellos, los cogen en brazos, los acarician, y disfrutan de esos ratos de relajación en el sofá donde el contacto físico y el ronroneo fortalecen ese vínculo. Por la parte de las personas este vínculo es más fácil de medir porque estas son capaces de verbalizarlo (después se pueden aplicar otras técnicas como por ejemplo la medición de los niveles de oxitocina, al igual que se ha hecho con los estudios con perros). Sin embargo, desde el punto de vista del gato este vínculo no está tan claro ni está tan demostrado. En el perro sí se ha demostrado que han desarrollado mecanismos como la dilatación de la pupila o el desarrollo de la musculatura facial para adoptar expresiones que hacen que exista conexión emocional real con el dueño, así como la medición de los niveles sanguíneos de oxitocina, pero esto no se ha demostrado aún en los gatos. Muchos de sus comportamientos (frotarse contra las piernas o maullidos para pedir comida, por ejemplo) son en realidad interacciones en las que tratan de conseguir algo de su dueño que no suele ser amor propiamente dicho, pero que las personas tendemos a “humanizar” para hacernos la ilusión de que los gatos “sí nos quieren”. Sin embargo, en el fondo, al ser relaciones positivas, podemos decir que sí existe un vínculo potente entre el gato y su dueño, a quien tiene como referente.
Y ahora que estamos en verano, queremos resaltar que esta es la época en la que más abandonos de mascotas se producen debido a que la gente sale de vacaciones y se enfrenta al dilema que no se había planteado previamente. Salen a destinos donde el gato o el perro no puede estar, dan preferencia a las vacaciones, y mucha gente que no tiene ni conciencia ni vínculo real con su mascota, prefiere abandonarla. Este es un acto de enorme crueldad, ya que la deja a merced de un ambiente hostil, sin alimento ni bebida, sin protección, sin saber defenderse y expuesto a multitud de peligros, entre ellos los atropellos. En estas fechas nos gustaría volver a concienciar a todos los propietarios de mascotas frente al abandono: siempre, siempre, hay muchas opciones antes que llegar a este extremo. Hablaremos de ello más adelante. Mientras tanto, os deseamos feliz verano y felices vacaciones.